Fuego que no quema el cuerpo
La desolación trata de invadirme,
como las raíces de un gran árbol
que se aferran a la roca para sobrevivir,
raíces dispuestas a llegar a lo más profundo,
para alimentar las ramas y hojas,
que a pesar de su razón fundamental
de presionar las emociones más complejas,
ofrecen la sombra que permite respirar,
y sobrellevar el desierto inmenso de la soledad.
Desolación, de los juegos del destino macabro,
de las inseguridades insertadas en el subconsciente,
bloqueadas por el instinto de sobrevivencia y el miedo,
pero presente y constante en tantas malas decisiones,
causadas por el instinto más básico y violento del ser humano,
despertar sin recordar, pero asqueado y sin poder entender,
tantos años de pesadillas, sufrimientos y riesgos extremos,
buscando el camino al futuro, sin entender el pasado,
ver tanta porqueria en el mundo que nos rodea y ahoga,
hasta un día lograr entender espontáneamente la verdad.
Desolación de no ser el responsable, si es que lo hubiera,
sentirse culpable y castigarse constantemente sin sentido,
hasta dejar de valorar el regalo más preciado que existe,
dejar de amarse y dejar que el mundo te lleve hasta el fondo,
llegar al infierno y no poder quemarse, protegido por una coraza,
creada a través de años de evasión, abuso y descontrol,
sin rumbo certero, llegar a ver el terror y la maldad en persona,
tantas caras y expresiones de pérdida completa de humanidad,
entrenados, para evadir los filos de la muerte y la oscuridad,
son los gritos interminables y desesperados de los débiles,
sometidos y amenazantes, ciegos por la venganza radical,
que preparan en sus corazones mientras se queman en vida.
Fuego que no quema el cuerpo, pero llega al fin a destino,
arrebatando el trabajo y esfuerzo por salir de la amenaza,
me aferré a la enseñanza del cariño verdadero y evidente,
y entendí que fuera lo que fuera, el karma y la metafísica existen,
en cada segundo eterno del universo, y en cada sensación,
entender que las oportunidades se agotan y no vuelven,
veía con claridad y terror lo que se avecinaba si no era sincero,
luchar con esos pensamientos aberrantes y desafiantes,
jugando con el orgullo y la revelación de la verdadera historia,
recordar finalmente después de tantos errores en los años vividos
el dolor físico y emocional de entender el abuso hace tantos ciclos,
entender que no habrá castigo ni justicia, sólo confusión y desdicha.
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